Introducción a la ética de Aristóteles

Muchas de las ideas que Aristóteles (384-322 a.C) utiliza y expone en su obra fueron expresadas previamente por otros filósofos, pero sería él quien las recogería, ordenaría y desarrollaría hasta elaborar un discurso teórico que dio pie al desarrollo de la filosofía moral occidental. La obra aristotélica se compone principalmente de tratados, dedicados cada uno a una temática especifica y que definirían posteriormente las ramas en las que se dividió la filosofía: Física, Lógica, Ética, Política y Metafísica.
Concretamente el pensamiento ético de Aristóteles se recogió en los siguientes libros: Ética a Nicómano, Ética a Eudemio y Magna Moralia (de autenticidad dudosa por su tardía recopilación).

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'El bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden'
Según Aristóteles los seres humanos buscamos en esta vida distintos fines o bienes que se subordinan unos a otros, convergiendo en un fin último hacia el que todos tienden.
Contrariamente al individualismo moderno, según el cual el individuo es un fin en sí mismo, Aristóteles partía de la concepción del hombre como ser social o político: un ser que se complementa en los demás, en la comunidad.
Por ello el fin ultimo del hombre ha de ser la política, entendida esta como aquella actividad que no solo incluye los fines de todas las ciencias, sino el bien de la ciudad, y en consecuencia el bien de todos los individuos. La ética en Aristóteles se confunde así con la política y, de algún modo, esta subordinada a ella.


Platón y Aristóteles en La Escuela de Atenas, Rafael, 1512

La ética en el pensamiento griego se basa en el idea de que el hombre tiene un bien o un fin al que tiende y deriva. En este efecto, según Aristóteles, el fin o bien que busca el ser humano no es otro que la felicidad. Por lo cual conducir al ser humano a la felicidad ha de ser el cometido de la ética.

La ética se trata de una disciplina prescriptiva, no descriptiva: nos habla de lo que debería de ser, no de lo que es - habla de valores, no de hechos.
De acuerdo a esta convicción, Aristóteles no se contenta con decir que la felicidad es el fin de la vida humana, sino que habría que acotar entonces en qué consiste esa felicidad para poder dirigir así la existencia humana hacia tal fin y dar un salto de lo prescriptivo a lo descriptivo.
Si bien estamos de acuerdo en aquello que buscamos, no lo estamos en el contenido de tal fin. No existe tal unanimidad ya que el sentido de la felicidad es subjetivo y dependiente de las necesidades personales. La misión del filósofo radica entonces en ir más allá de las subjetividades y determinar dónde debe hallarse la felicidad y por qué.

Hay que tener en cuenta que la idea de la ética que articulan los griegos gira entorno a la idea de virtud - la excelencia de la persona. Y esa excelencia viene dada por la determinación del fin de la vida humana ¿Cuál es nuestra función en este mundo? La respuesta a dicha cuestión nos dará la clave de la virtud, y consecuentemente, de la felicidad.
Para contestar al interrogante Aristóteles se sirve de los tres géneros de vida enunciados por Platón: la vida vegetativa (propia de las plantas), la vida sentiva (de los animales) y la vida racional (propia del animal racional que es el hombre).
Teniendo esto en cuenta ¿Qué podría ser la felicidad y el fin de la vida del ser humano? La pregunta viene dada por la misma definición. El ser humano es un animal racional, que tiene logos, realizar y responder a este propio género de vida correspondería su fin último. La vida virtuosa, consistiría en cultivar esa capacidad racional que radica en el alma y establece una normativa de comportamiento.
Aristóteles no pretende prescindir de la actividad sensitiva o desiderativa, de los deseos y emociones, sino que pretende reconducir los deseos hacia el fin de la virtud y la felicidad. En esto consistiría en vivir de acuerdo con la razón, en el discernir entre el placer que es bueno procurarse y el dolor que debe evitarse.

Este discernimiento no es estrictamente intelectual. Aristóteles rechaza la tesis platónica de que la virtud es conocimiento. No enunciará así que las ideas son el punto de partida del conocimiento moral: no sabemos lo que es el bien por conocer una definición ideal del bien, sino que aprendemos a ser buenas personas, virtuosas, por enfrentarnos a determinadas situaciones y tomar las decisiones correctas (o menos equivocadas) en la practica.
Dado que las situaciones humanas son difícilmente equiparables unas a otras, sería erróneo hacer descansar la virtud en un saber puramente teórico. La virtud escapa de esta manera a definiciones generales, es una actividad práctica que consistiría en saber elegir un término medio.





Texto basado en:
Victoria Camps, (2019). La ética griega: Aristóteles. En Carlos Gómez y Javier Muguerza (eds.) (2019). La aventura de la moralidad (paradigmas, fronteras y problemas de la ética). Madrid, España: Alianza Editorial

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