Guerra, armonía y tensión en Heráclito de Éfeso

Un nuevo texto sobre la idea de la armonía en la obra de Heráclito, extraído del libro La teología de los primeros filósofos griegos de Werner Jeager.


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En la afirmación de Heráclito de que "la guerra es la madre y la reina de todo" descubrimos el contenido de la ley divina de la cual parten todas las leyes humanas. En otra sentencia identifica este principio con Dios mismo: "Dios es día-noche; invierno-verano; guerra-paz; saciedad-hambre. Muda como el fuego, que mezclado a variadas especies de incienso, recibe el nombre del aroma de cada una". Heráclito pone en contraste la guerra con la paz en una serie de típicas parejas de contrarios tomadas a las esferas cósmica, social y somática; apenas puede tener, pues, el mismo sentido simbólico universal que en la sentencia en que se la declara madre de todas las cosas.

Esto hace tanto más claro lo que debemos entender por "guerra" en su alto sentido simbólico: el constante intercambio y lucha de los contrarios en el mundo, abarcando incluso la guerra y la paz. En todas estas parejas hay algo singular que les sirve de base, aunque se presenta cada vez bajo diferente forma y recibiendo por ende diversos nombres. Esta cosa única que se afirma permanentemente en medio de la lucha y del cambio es lo que Heráclito llama Dios.

Este no se encuentra menos en la noche que en el día, en el invierno que en el verano, en la guerra que en la paz, en el hambre que en la saciedad, o, como leemos en otro pasaje, en la pobreza que en la abundancia. No hay que concebirlo simplemente con el miembro positivo en la pareja de contrarios de valor positivo y negativo respectivamente, ni siquiera como el común denominador de todos los miembros positivos de todas las pareja de contrarios.

"Siempre hay en el fondo uno y lo mismo: vida y muerte, vigilia y sueño, juventud y vejez. Pues éstos, mudando, son aquellos, y aquellos, mudando a la inversa, éstos". Esta imagen de la transformación recíproca es un recurso para mostrar como se mantiene la unidad en medio de contrarios que por seguirse el uno al otro en directa sucesión temporal nos parecen distintos estados. Heráclito es incansable en encontrar nuevas imágenes concretas para expresar la unidad de los contrarios. Es para este fin para el que acuña las palabras griegas de "contigüidad" o "nexo", y "harmonía" o ensamblaje.

Cuando habla de "contigüidad" concibe la unidad como simplemente mecánica; la "harmonía" es más dinámica. En un fragmento escribe: "Todos y no todos, conjunción y disyunción, concordia y discordia son contigüidades. De todo uno y de uno todo". Y en otro fragmento: "No comprenden cómo lo que separado sí concuerda consigo: ensamblaje de opuestas tensiones, como en el arco v la lira".

En estos dos pasajes está claramente expresa la nueva y fecunda idea de tensión. El tertium comparationis entre el arco y la lira reside en el dinamismo de dos fuerzas contrarias y juntadas a la fuerza de suerte que obren al unísono; en cada caso tienden naturalmente estas fuerzas a separarse, mas ahora que se las junta surge una tercera fuerza con una significación propia. Los griegos llaman este juntar "harmonía". En griego este término, especialmente en los primeros tiempos, tiene una esfera de aplicación mucho más amplia que el reino de la música con e1 que nosotros lo asociamos.

Significa todo aquello que está junto tectónica o técnicamente; incluso en la música es semejante el concepto primitivo. Mientras que la referencia a la lira nos recuerda la armonía musical, nuestro pasaje se refiere primariamente a otra cosa, a saber, a la tensión.

No se puede considerar probable que Heráclito no haya tenido en cuenta en absoluto la analogía musical, aunque así se ha sostenido a la luz de su comparación de la lira y el arco. Es seguramente escabroso tratar de encontrar aquí una razón para desconfiar de Aristóteles cuando atribuye a Heráclito el decir que lo que tiende a separarse se junta y que la más bella armonía es la que surge de cosas diferentes. Naturalmente, esto no puede aludir a otra cosa que a la armonía musical.

Otro pasaje aristotélico nos dice expresamente que Heráclito aducía la "harmonía de lo alto y lo bajo" como un argumento contra Homero, el cual había maldecido erróneamente 1a lucha que prevalece entre los dioses y entre los hombres. Tiene que haber sido también Heráclito el que puso como un ejemplo más la harmonía de los sexos mencionada por Aristóteles en el mismo pasaje. Las dudas suscitadas en contra tampoco son convincentes. La idea de la unidad de los contrarios de Heráclito no puede limitarse en modo alguno a una sola significación. No podemos ligarla a la contigüidad o 1a conexión mas que a la tensión, la harmonía o la fusión. Heráclito recurre frecuentemente a ejemplos, pero el uso que hace de ellos es simbólico, no inductivo. Aquello a que da expresión con ellos no es tanto una abstracción lógica claramente definible cuanto una profunda intuición que se revela en las mas variadas coloraciones.

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