El origen político-moral de la idea de Dios, según el sofista Critias

Comparto un extracto del análisis realizado por Werner Jeager en su libro La teología de los primeros filósofos griegos, sobre la teoría del sofista Critias en cuanto al origen político-moral de la idea de Dios.

--

Según señala Jeager, los sofistas fueron los primeros en hacer un cuidadoso estudio teorético de la naturaleza del estado y de la sociedad. El hecho de que estudiaron el problema de la validez y el origen de las normal morales aceptadas y las leyes del estado lo ilustra un fragmento de la obra perdida, Sobre la Verdad, de Antifonte de Atenas.
El autor considera como descubrimiento de primera importancia el distinguir una doble justicia: la natural y la convencional. Esta distinción -que se sabe es mucho más antigua, habiéndola ya aplicado Empédocles y Parménides a temas cosmológicos y ontológicos-, se vuelve de vital importancia práctica al usarla sofistas como Antifonte, Hipias y el "Calicles" del Gorgias platónico, en su demostración de que las leyes vigentes y los mores aceptados socialmente son producto de una simple convención y decisiones humanas arbitrarias.
Antifonte define la justicia como la conformidad con las leyes del estado en el que se vive. Dejando con semejante definición espacio libre para su convicción de la relatividad de las leyes del estado, que opone al concepto de justicia natural.
Según su teoría, las leyes son cadenas con que sujeta el legislador al individuo y son en todo punto contrarias a la naturaleza. El hombre que obra naturalmente tiene sólo una norma para sus obras, a saber, lo que encuentra agradable o desagradable - el productor de placer o dolor. Antifonte concluye por tanto que el hombre solo obedecerá a la ley mediante la coacción, rechazándola tan pronto como desaparezca esta última. Habla además de la presencia de un testigo como factor decisivo en la conducta humana. El hecho de que el hombre medio no obrará en la misma forma ante testigos que cuando nadie esté presente le parece a Antifonte un argumento en favor de su tesis de la distinción entre una moralidad y una justica naturales y otras convencionales.

La presencia o ausencia de testigos desempeña un papel importante en las discusiones sofísticas y platónicas de los problemas ético. El mito platónico del anillo de Giges en la República ilustra de la manera más impresionante la importancia ética de los testigos.
Platón pregunta que si un hombre obraría justamente por su propio libre arbitrio si poseyese un anillo mágico que le hiciese invisible.
Demócrito había introducido ya la idea de la propia estimación en sus máximas éticas, porque tampoco es ya capaz de concebir una mera obediencia externa a la ley como base suficiente de la acción. Cuando la validez de la ley del estado quedó profundamente sacudida por la crítica sofista (y por sus esfuerzos por definirla como la expresión de la ventaja de los colocados temporalmente a la cabeza del estado), la restauración de una norma íntima e independiente de los cambios legislativos se volvió el mayor de todos los problemas humanos.
En anteriores tiempos había suministrado tal normal la religión, que daba su apoyo a la ley, pero ¿Podía continuar haciéndolo así cuando se critican los orígenes demasiado humanos de la ley, y no del todo sin razón? ¿Puede la religión respaldar una legislación basada en intereses egoístas? ¿O no resultará necesariamente la religión envuelta también en el colapso de la autoridad legal?

Este es el punto de partida de la crítica que de la religión que encontramos en el fragmento conservado del poema satírico de Critias, Sísifo.
Critias, oligarca de convicción, que se vio forzado a vivir bajo una democracia, era escéptico acerca del orgullo que ponía aquella democracia en la ley como tal. Será del círculo oligárquico de donde surjan aquellas críticas devastadoras de la ley (pilar del orden democrático) que nos encontramos en el Calicles de Platón.
Ningún otro representante de este estrato social superior supo expresar mejor lo que aquellos pensaban del carácter arbitrario de unas leyes que la mayoría del pueblo reverenciaba como verdaderamente dadas por un dios.
Critias insertó en su Sísifo un largo relato del origen de la religión, poniéndolo, como cabe conjeturar, en boca del héroe de su pieza.
En los tiempos primigenios, nos dice, fue la vida de los hombres confusa y caótica, hasta que se desarrolló el arte del gobierno del estado y empezaron los legisladores a encadenar la vida a un orden bien fijado. Para obligar a observar la ley a los pugnaces hijos de la naturaleza, se introdujeron castigos para toda trasgresión de que pudieran resultar convictos. Mas a fin de asegurar la obediencia incluso en el caso de la ausencia de testigo, acertaron los legisladores con el recurso de inventar un testigo ideal, que ve y oye todas las cosas e instala en los hombres el temor a sus castigos. En suma, inventaron a Dios.
Exactamente como los sabios de Demócrito avanzaban desde las filas de los hombres primitivos señalando los fenómenos de los cielos, así el sabio y astuto hombre de estado de Critias sube a la escena, presentando a Dios a los hombres:

"Un demonio que rebosa de inmortal vida,
Que oye y ve con su espíritu, pleno
De sabiduría, que lo mantiene todo junto,
Y que mueve divinamente la naturaleza en su carrera.
Él oirá todas las cosas que digan los mortales,
Y puede ver todas las cosas que hagan;
Y si proyectas una secreta diablura,
Jamás escapará a los dioses, pues la suya
Es una sapiencia inmensamente grande."
Tales fueron las palabras con las que introdujo
La más dulce de todas las enseñanzas; mas la verdad
La veló con fraudulento discurso.
Dijo que los dioses residían en aquel lugar
Que más temerían los hombres, en aquel lugar del cual,
Como él bien sabía, a los mortales los han poseído
Espantos o que los ha bendecido con lo que trae alivio
A sus atormentadas vidas allí, muy arriba,
En ese gran círculo donde brillan los relámpagos,
Donde puede oírse el funesto estruendo del trueno,
Y se divisa la faz estrellada del cielo
(Esa amable obra del arte ensamblador del Tiempo),
Donde las piedras de las estrellas descienden en llamas,
Y la húmeda lluvia emprende su viaje a la tierra.
Tales fueron las causas de consternación que envió
A los hombres y tales los medios por los que los dioses
Fueron asentados en su propia morada
(Lindo juego, ganado con una palabra);
Y así extinguió la ilegalidad con las leyes.

Esta larga rhesis esta compuesta íntegramente de reminiscencias de la teología presocrática.
No solo los sabios de Demócrito tienen su contrafigura en el astuto legislador de Critias; hasta la descripción de la divinidad misma presenta muchos rasgos que ya se encuentran en Jenófanes y otros autores.
Critias echa mano también a las teorías de Demócrito y Pródico sobre el origen de la religión para fundirlas en un crisol común. Pero no sigue a estos escritores en el hacer surgir la divinidad del temor o del sentimiento de gratitud por la obra de un proceso natural. Por el contrario, el legislador de Critias mira a los cielos como el lugar donde alojar a su testigo ideal, el Dios que todo lo sabe.
Esta subversiva crítica a la ley vigente esta basada en la idea de que Dios es simplemente un recurso del sistema político reinante que le da el puesto de un policía en los casos donde no está a punto la mirada de la ley, y este intento de derivar la religión de una deliberada ficción política tiene perfecta coherencia.
Dios es el "como si" que sirve para llenar los huecos de la organización del sistema político ya dominante.
Es dudoso si estas teorías se proclamaron nunca realmente desde la escena ateniense; el Sísifo puede más bien haber sido un drama de clave.
En todo caso, esta teoría político-moral del origen de la idea de Dios respira un espíritu mucho más radical que las explicaciones de Demócrito y Pródico.
Entre los sofistas encontramos todos los matices de la filosofía de la religión, desde la defensa positiva, hasta la destrucción del reino entero de ideas que envuelve, por considerarlas como simples impresiones subjetivas o incluso como ficciones.
Es característico de los sofistas y de su época que al abordar este problema empezaron por la naturaleza del sujeto religioso en lugar de seguir los viejos filósofos de la naturaleza, partiendo de la realidad de lo Divino.

Comentarios

Entradas populares