La Dialéctica platónica

Extracto del libro Historia de la Filosofía, de Guillermo Fraile.

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Inicialmente Dialéctica significa el arte de la discusión por medio del diálogo. Consiste en saber interrogar y responder. Una vez fijado el objeto de la discusión, se examina ordenadamente en sus varios aspectos por medio de preguntas y respuestas, resolviendo las dificultades y avanzando hasta llegar a una conclusión. 

1.
En su aspecto lógico, la Dialéctica sería una investigación en común y un procedimiento de enseñanza - cuyo modelo se encuentra en Sócrates, quien la elevó a la categoría de método científico (inducción > formación del concepto universal como expresión de la esencia de las cosas > definición).
En este sentido la Dialéctica sería un método legítimo por el cual se trasciende la particularidad y la movilidad del conocimiento puramente sensitivo (como la creencia, la opinión, la verosimilitud...) y se llega a la firmeza del conocimiento científico, constituido por conceptos universales abstraídos de la realidad.
Como las Matemáticas, la Dialéctica procede también estableciendo hipótesis; consistiendo en la deducción rigurosa de consecuencias de ellas, hasta llegar a verlas confirmadas o tener que sustituirlas por otras que nos vayan aproximando cada vez más a la verdad - al primer principio incondicionado y superior a las hipótesis.
La Dialéctica tiene un doble aspecto complementario. El primero, ascendente, de síntesis, por el cual se eliminan las diferencias y se reduce la multiplicidad hasta llegar a la unidad concreta y determinada expresada en un concepto común - el cual sería la expresión de la esencia de las cosas y la base de sus definiciones.
El segundo, descendente, de análisis, consiste en dividir un concepto general en sus distintas especies, hasta llegar a la especie indivisible en la cual se halla la forma propia del objeto que se trata de comprender.
Ambos procedimientos, de síntesis y análisis, deben combinarse.

La Dialéctica tiene también un aspecto defensivo (la erística), empleado por Zenón de Elea y Sócrates, así como por Platón contra la oquedad de los discursos de los sofistas.

Manteniendo a la Dialéctica en sus justos límites de orden lógico, quedaba perfectamente resuelto el problema de la ciencia, elevando los conocimientos de su particularidad, movilidad, contingencia y temporalidad ontológicas al orden de la universalidad lógica; suficiente para dotarlos de la estabilidad y la necesidad requeridas por el conocimiento científico.

2.
En su aspecto ontológico, Platón no se daría por satisfecho con este tipo de universalidad lógica, sino que da un paso más y atribuye realidad ontológica a los conceptos abstractos. Con esto su Dialéctica cambia totalmente de carácter y queda convertida en una verdadera Ontología y elevada a la categoría de ciencia suprema. Su objeto serían las entidades trascendentes del mundo ideal, que están por encima de todo cuanto pueden percibir los sentidos, la  imaginación y la razón discursiva.
De este modo, al grado supremo de Ser (Ideas) corresponde el grado supremo de conocimiento (Dialéctica), y todas las demás ciencias y artes quedarían como medios preparatorios.

En distintas partes de la Republica, Platón se expresa así en cuanto a la Dialéctica:
"¿Y no crees qué tenemos la Dialéctica en lo más alto, como una especie de remate de las demás enseñanzas, y que no hay ninguna otra disciplina que pueda ser justamente colocada por encima de ella?".
"El método dialéctico es el único que, echando abajo las hipótesis, se encamina hacia el principio mismo, para pisar allí terreno firme, y al ojo del alma, que esta verdaderamente sumido en un lodazal, lo atrae con suavidad y lo eleva a las alturas, utilizando como auxiliares en esta labor de atracción a todas las artes ha poco enumeradas".
"No puedo creer que haya otra ciencia que haga al alma mirar hacia arriba, sino aquella que versa sobre la existente e invisible".
"Entonces contemplarías, no ya la imagen de lo que decimos, sino la verdad en sí o al menos lo que yo entiendo por tal".

Una vez llegada la Dialéctica hasta el conocimiento de las Ideas, debe proseguir todavía su labor, reduciéndolas todas a su último principio de unificación, totalmente incondicionado y que no presuponga ningún otro.
En la República aparece la Idea de Bien como la suprema, como la cumbre de todos los seres, como último principio, del cual dependen y participan todas las demás cosas:
"E igualmente, cuando uno se vale de la Dialéctica para intentar dirigirse, con la ayuda de la razón y sin intervención de ningún sentido, hacia lo que es cada cosa en sí, y cuando no desiste, hasta alcanzar, con el solo auxilio de la inteligencia, lo que es el Bien en sí, entonces llega al término mismo de lo inteligible del mismo modo que aquél llegó entonces al de la contemplación del más perfecto entre los seres, del mismo modo que antes elevaba a la parte más perspicaz del cuerpo hacia la contemplación de lo más luminoso que existe en la región material y visible".

De esta manera se llegan a conocer las cosas por sus razones supremas de ser, que son las Ideas subsistentes, y se pasa de la opinión y de la razón discursiva a la ciencia verdadera: "Del que mira muchas cosas bellas, pero no ve la Belleza en sí; contempla muchas cosas justas, pero no la Justicia, y así sucesivamente, diremos que lo opina todo, pero no conoce nada".
Se logra así una visión comprensiva y totalitaria de la realidad en toda su amplitud. El verdadero dialéctico es el que puede abarcar todas las cosas en una mirada sinóptica de conjunto, que comprende desde las entidades particulares y móviles del mundo físico y los concentos matemáticos, hasta las realidades supremas percibidas por la Dialéctica. El logos no nace sino del conjunto de las Ideas.

Según Platón por esto sería la Dialéctica la parte más difícil de la filosofía: "Es fácil de explicar, pero dificilísima de practicar". Es una labor de toda la vida, que nunca se logra realizar con perfección.
El filósofo es el que llega a conocer el verdadero ser, en especial la Idea de Bien, que es la cumbre de todos los seres. Propio del filósofo es el conocimiento perfecto de la realidad, a diferencia de los amigos de opiniones los cuales solo conocen las realidades de las cosas intermedias que flotan entre el ser y el no-ser.
Platón expresa en la alegoría de la caverna la misión que corresponde a los filósofos. Esta consistiría en sacar a los demás hombres de las tinieblas de la ignorancia y las sobras de la opinión hasta hacerles llegar a la contemplación de la verdadera realidad del mundo de las Ideas, iluminado por el Sol de la Idea de Bien.
Por eso los filósofos deben de ser los guías y gobernantes, pues son los únicos que pueden llegar a percibir las normas eternas y subsistentes de la conducta humana, que serian las Ideas.
No obstante según Platón, la ciencia perfecta, por contemplación directa de las Ideas, no puede alcanzarse en esta vida mientras el alma se mantenga encerrada en el cuerpo, sino después de la muerte.
En la presente vida solo es posible alcanzar un conocimiento lejano, indirecto, por medio del raciocinio, que ayuda a despertar la reminiscencia de lo que el alma conoció en otra existencia anterior. De aquí el sentido moral que adquiere la Dialéctica platónica: "¿Piensas que a un ser inmortal le está bien afanarse por un tiempo tan breve, y no por la eternidad?".

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