Muerte y psyche en Homero
Me gustaría compartir un extracto del libro La teología de los primeros filósofos griegos, de Werner Jeager, en el cual, en su capitulo sobre el origen de la doctrina de la divinidad del alma, trata las teorías de Erwin Rohde y W. F. Otto (entre otros) entorno al concepto de la psyche en la poesía homérica.
~ ~ ~
Los mitos griegos del alma no fueron fruto del espíritu filosófico, sino que surgieron de un movimiento religioso formado en línea recta con la filosofía. Su influencia tomó la forma no de la absorción de un dogma religioso acabado por la filosofía, sino más bien la de una libre catarsis intelectual de las creencias religiosas acerca del alma. En todo caso, implicó el que estas creencias proporcionasen un nuevo punto de orientación desde el cual pudo avanzar el pensamiento filosófico.
Debemos empezar por considerar las formas generales que tomó la idea griega del alma, hasta donde podemos conocerlas por la tradición que ha llegado hasta nosotros.
En su clásico volumen Psyche, Erwin Rohde intentó armonizar la teoría de una etapa animista en la historia de la religión (tal como la habían desarrollado E. B. Taylor y Herbert Spencer) con los textos homéricos.
Tomando como punto de partida la fe cristiana en la inmortalidad, procedió primero a demostrar que no hay, en absoluto, nada comparable en Homero, y en seguida volvió su atención hacia aquel lado de la concepción homérica de la psyche que se relaciona con el mundo del más allá.
Al empezar así [según Jeager] incurrió en un primer error; pues por importante que encontrara Homero el papel de la psyche como sombra de la persona muerta en el mundo inferior, este sentido de la palabra ψυχή resulta derivado y secundario.
Rohde mismo dice con exactitud que tan pronto como muere un hombre homérico, termina su existencia como individuo; no hay en el alma alguna que pueda sobrevivir tras la muerte. Las sombras de los muertos que han entrado en el Hades no gozan en él de ninguna existencia consciente; y varias veces en que usa Homero la expresión "el hombre mismo" en oposición a la sombra, piensa en las reliquias corporales como tales, aun cuando haya huido de ellas la vida. Así, ya en los primeros versos de la Ilíada leemos que las almas (ψυχή) de los héroes, sus sombras, fueron precipitadas en el Hades, mientras que "ellos mismos" (αὐτoí) se volvieron pasto de los perros y de las aves de rapiña.
Antes de volvernos hacia el que es realmente el principal sentido de la palabra en Homero, la psyche de la persona viviente, detengámonos un poco más en esta imagen sin sustancialidad, pura sombra, propia del mundo infernal, a la cual Homero llamara también simplemente ídolo por su estrecho parecido con la persona muerta. Preguntémonos con Rodhe de dónde vino y en que relación estuvo con el hombre durante su vida.
Hay varios pasajes en Homero donde leemos que la psyche se separa de la persona muriente, escapándose de su boca o de su cuerpo (más exactamente, de sus miembros) y se precipita en el mundo infernal. Tiene que haber morado cierto tiempo en la persona viviente, ¿Pero cuál fue en ella su actividad? A aquello que nosotros llamamos 'alma' o 'conciencia' (que es lo que más tarde los griegos entendieron por la palabra ψυχή) nunca se le da este nombre en Homero, sino que se lo llama θυμός (enojo) designándolo con palabras que detonan el corazón, el diafragma o algún otro órgano corporal envuelto en las reacciones afectivas o volitivas.
Homero usa también la palabra ψυχή en conexión con las personas vivientes, en el sentido de 'vida'. Rohde sentía que este uso no era bastante para explicar cómo pudo la misma palabra llegar a designar el ídolo, semejante al hombre, del muerto que reside en el Hades.
Le parecía que este doble descarnado tenía que haber vivido en el hombre durante la vida de éste, aunque sin llevar a cabo función alguna que cupiera señalar, pues ciertamente no había ninguna evidentemente tal en el estado de vigilia de la conciencia. Rohde fue de la opinión de que semejante actividad se encontraba en los sueños, en la conciencia dormida, estado que interpretó como análogo al final abandono del cuerpo por la psyche en el momento de la muerte, sin más que una diferencia de grado. Base para esta interpretación la halló en un pasaje paralelo de Píndaro:
Y todo los cuerpos de los hombres siguen la llamada
De la todopoderosa muerte.
Y empero se arrastrará aún a la zaga
Una viviente imagen de la vida,
Pues esta sola ha venido de los dioses.
Duerme mientras los miembros están activos;
Mas a aquellos que duermen ellos mismos
Las revela en miríadas de visiones
La fatal aproximación
De adversidades o deleites.
Aunque la psyche no está mencionada directamente, Píndaro se la representa como un ídolo o imagen de la vida, casi exactamente como aparece en Homero. Píndaro afirma que el alma es la única cosa que queda después de la muerte del cuerpo. De acuerdo con esto vio Rohde una máxima significación en la explícita afirmación de Píndaro de que el ídolo de la persona viviente está presente en ella incluso durante su vida, pero dormido cuando la persona despierta.
Esta explicación parecía la única manera de dar cuenta del curioso hecho de que Homero nunca habla de la presencia o actividad de semejante doble albergado en el cuerpo del hombre como un segundo e invisible yo. El volverse activo este doble sólo en los sueños (esto es, en una emancipación temporal respecto del cuerpo) fue para Rohde el punto decisivo, pues parecía darle la prueba final de que la concepción entera descansaba en una inferencia lógica hecha por el hombre primitivo partiendo de la efectiva experiencia de los sueños y otros fenómenos semejantes, como los éxtasis y los desvanecimientos causados por conjuros. Esta explicación coincidía con la teoría del animismo.
En este punto hizo algunas críticas decisivas W. F. Otto en su libro Die Manen. La argumentación de Rohde, desde una posición puramente filológica, estaba viciada por su fácil admisión de que las concepciones de Píndaro podrían retraerse legítimamente hasta la épica homérica, anterior en varios siglos. Otto señaló certeramente que una sola afirmación de los versos de Píndaro era bastante para probar el desacierto metodológico de un procedimiento tan promiscuante. El poeta afirma que cuando el cuerpo sucumbe a la muerte sigue vivo el ídolo de la persona viviente, pues él solo deriva de los dioses. No hay nada tan poco homérico como la idea de que el alma humana sea de origen divino; y no es menos extraña a Homero la división dualista del hombre en cuerpo y alma que la teoría supone y que Píndaro enuncia muy claramente. Ignorar esta básica concepción mística y declarar que el resto es homérico, como propone Rohde, es inaceptable.
En Píndaro la idea del alma, considerada como un extraño legado de un mundo más alto y morador del cuerpo en calidad de huésped, esta estrechamente unida con uno de los detalles que ve Rohde en Homero: a saber, que el alma duerme mientras el hombre esta despierto, volviéndose activa solo cuando el hombre esta dormido y sueña.
No hay rastro de esta concepción en Homero, como ha mostrado el análisis de los sueños hecho por Otto. En Homero siempre es el sueño una verdadera aparición que se acerca al durmiente. Es cierto que en alguna ocasión llama Homero a esta aparición hípnica un eidolon, pero nunca aplica este término al alma como órgano de los sueños, según hace Píndaro.
Sería inconcebible para Homero considerar el sueño revelador de la verdad como una visión en que el alma queda libre del cuerpo y levantada de nuevo hasta la posesión del poder divino que fuera originalmente suyo. Tenemos aquí dos concepciones enteramente distintas de la naturaleza del alma y que deben mantenerse tan separadas como sea posible.
La teoría animista de Rohde, que concibe la psyche homérica como una especie de doble, de un segundo yo que dormita en el hombre mientras éste vive y que abandona su cuerpo en la muerte para partir al Hades y llevar allí una impotente y vaga existencia de sombra, ya no tiene nada en que apoyarse.
Otto se vio llevado a este problema no tanto por el estudio del desarrollo de las teorías griegas sobre el alma, sino por seguir la pista a las formas de las viejas creencias acerca de la muerte. Por ello (en su obra Die Manen, oder Von den Unformen des Totenglaublen) no empieza por preguntar qué palabra emplea Homero para designar los varios aspecto de todo aquello que llamamos sumariamente 'alma'. Ni siquiera pregunta cuál pueda ser el sentido especial de la concepción homérica de la psyche. Sino que se acerca al problema de la psyche dirigiendo especial atención a aquel sentido de la palabra que denota el espíritu del muerto. Rohde empezó por el hecho de que en Homero es la psyche, como ente propio del Hades, una imagen del hombre viviente. Pero mientras que Rohde trató de servirse de esta criatura del Hades, de este ídolo y doble, como base para hacer inferencias acerca de la naturaleza de la psyche en general e incluso acerca de su función como psyche del hombre viviente, Otto distingue rigurosamente entre estas dos significaciones.
En la homérica criatura del Hades ve Otto simplemente una manifestación griega de la creencia primitiva en el espíritu del muerto, aún no rozada en absoluto por la reflexión. Ve un producto del miedo a la muerte que es parte de la común experiencia de todos los pueblos. Pero como Otto insiste en este origen de la imagen o sombra del mundo infernal, resulta problemático porque se habría llamado jamás a semejante imagen ψυχή; pues como ya se ha hecho notar, Homero emplea la palabra ψυχή en conexión con una persona viviente, la emplea para designar su vida, que es justo el polo opuesto del emplearla para referirse a la muerte.
Aquí hay que señalar otra distinción: la psyche que anda revoloteando como un ídolo en el Hades tiene un carácter estrictamente individual en razón de su manifiesta semejanza con la forma de la persona viviente, pero la psyche de la persona viviente es simplemente la vida animal que reside en ella; no es en modo alguno personal. ¿Cómo conciliar estos dos sentidos opuestos de ψυχή en Homero? El concepto de psyche como vida no explicaría el empleo del mismo término para detonar el espíritu del muerto. Otto supone por consiguiente que ha habido una transferencia de sentido.
Sugiere que posiblemente se conectó la aparición del espíritu con la impresión que el momento de la muerte hace sobre el espectador: la cosa que se separa del cuerpo y se escapa es la vida, la psyche, que entonces tiene que ser idéntica al espíritu del Hades.
Pero si esta identificación hubiese tenido lugar como una inferencia consciente, sería difícil imaginar cómo aquellos que la hicieron pudieron dejar de notar la distinción que acabamos de mencionar. Además estaría mal, de acuerdo con las propias ideas de Otto acerca de los procesos intelectuales primitivos que se encuentran en la base de estas concepciones homéricas, el considerarlos envolviendo una especie de lógica primitiva, un procedimiento consciente de inferencia. De aquí que cuando Otto ve la criatura del Hades designada con el término ψυχή su solo recurso es considerar esto como una sustitución puramente superficial, sin nada que justifique nuestra suposición de una efectiva identificación de la vida y del espíritu del muerto, como la que parece implicar la antedicha asociación.
Ante las dificultades de esta posición surgieron nuevos intentos de resolución. Ernst Bickel, en su libro Homerischer Seelenglaube, parte del postulado de que el designar el espíritu del muerto como ψυχή no puede ser una simple contaminación tardía de dos conceptos tan básicamente distintos como los de la vida y espíritu. Antes bien la ψυχή homérica tuvo que incluir desde un principio algo que salvase el abismo entre ellos; supuso además que la clave de esto debía de estar en el básico sentido etimológico de ψυχή como 'aliento' o 'exhalación'. Sostiene que la psyche de la persona viviente fue originalmente el alma-exhalación o el alma-aliento, cuya existencia fue cosa de certidumbre directa en la experiencia animal del hombre, especialmente en momentos de desmayo o de muerte, cuando la vida se aleja con el aliento.
Otto se había colocado en oposición a muchos anteriores expositores homéricos al negar vigorosamente que en Homero quisiera nunca decir la palabra ψυχή aplicada al viviente cosa distintiva de vida. Declaraba que la palabra se había vuelto ya un concepto abstracto y que no había un solo pasaje en Homero donde pudiera probarse la existencia del sentido 'aliento' sin oponerse a una refutación.
Bickel demuestra no obstante que en Homero el verbo αποψυχω quiere decir 'exhalar' o 'echar el aliento' que solo puede traducirse por animam efflare, 'exhalar el alma'.
En la palabra latina anima están aún combinadas las ideas de vida, alma y aliento. Aunque hay que entender que la ψυχή de Homero no conserva la acepción sensible de aliento en el mismo grado que el latín anima, que es pariente de άνεμοι, 'viento'.
Aún tan tarde como en tiempo de Homero, cuando ya esta volviéndose oscuro este origen, sigue estando presente. Esto se evidencia en expresiones como 'la psyche se le escapó volando de la boca' o 'del cuerpo'. La idea de la huida al Hades, frecuentemente enlazada con la de la psyche, se combina más bien de mala manera con el concepto abstracto de 'vida', pero muy bien con la idea del aliento.
En los poemas órficos del siglo VI encontramos la concepción de la psyche que entra en el hombre al nacer, llevada sobre el soplo del viento. Esta idea no se encuentra en Homero, pero es el exacto complemento de la creencia homérica en que la pysche escapa volando de la persona muriente. La concepción homérica ha de ser extremadamente antigua. Incluso fuera de la esfera de la literatura nos encontramos con ella bajo la figura de la psyche que va agitando las alas como un ave o una mariposa tras abandonar su huésped humano. Ya se entendiese la imagen del volar literalmente o en sentido metafórico, lo que sería apropiado tratándose del alma concebido como aliento, Homero se la imagina aún en términos sensibles.
Comentarios
Publicar un comentario