Resumen de la teoría de la felicidad de Aristóteles

Tras varios meses sin poder publicar, por fin puedo compartir una transcripción y resumen de la charla "La felicidad en Aristóteles y la felicidad en Santo Tomás de Aquino" impartida por Gustavo Bueno.
De la cual me interesa especialmente acotar la interpretación que se hace de la teoría de Aristóteles sobre la felicidad, entendida como valor positivo.
El video completo de la charla se puede ver en el siguiente enlace.

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Como introducción, habría que comenzar señalando que a Aristóteles se le acepta comúnmente como un espiritualista asertivo; en cuanto a que su Acto Puro (ser supremo) es inmaterial y viviente, y por lo tanto espiritual. El estarigita admite los espíritus y el ser espiritual como aquello sin materia corpórea ni mezcla de potencia - como el Acto Puro. Pero no niega que haya cuerpos y seres corpóreos como pueden ser aquellos que viven en el mundo sublunar, incluido el hombre en cuanto a cuerpo.

Su teoría de la felicidad sería descendente desde el punto de vista del ordo essendi, del orden del ser. La felicidad para Aristóteles es sobre todo un atributo divino. El sujeto que es feliz plenamente y del cual se puede predicar la plena felicidad es el ser divino, y esta sería la felicidad más alta y la primera en el ordo essendi.

Ahora bien ¿Puede derivarse de la felicidad del ser supremo la felicidad de los seres finitos, concretamente de los hombres? Esta sería ya una afirmación mucho más complicada, si se tiene en cuenta que Aristóteles cuenta con una concepción del mundo originalmente propia.

Representación de Aristóteles
en La escuela de Atenas de Rafael.
Historiadores como Werner Jeager, entre otros, han sostenido que la tesis de que el mundo físico es eterno fue desconocida e impugnada por la filosofía griega, los presocráticos y Platón: el mundo había sido fabricado.
En cambio Aristóteles habría sido el primero en establecer la eternidad del mundo de las formas. No ya de la materia, sino del mundo que vivimos, aquel que vemos y tocamos. Este sería eterno y por ello estaría eternamente en movimiento y precisaría de un primer motor - expuesto por Aristóteles en su libro VIII de la Física y que luego principalmente se identificará con Dios en el libro XII de la Metafísica.

Desde esta perspectiva de la identidad del mundo, Dios no es creador y el mundo, por ser eterno, no ha sido creado. El Dios de Aristóteles ni siquiera conoce la existencia del mundo y al no conocerlo ni lo gobierna ni es providente. Este no es un dios religioso. Las relaciones entre el Acto Puro o Dios y el mundo y el hombre estarían totalmente cortadas. De hecho no habría relaciones propiamente dichas, sino una acción inconsciente sobre la materia del mundo (que lo mueve eternamente) a causa de su propia estructura - y no ya por un anhelo a moverlo o dirigirlo.

Esta circunstancia será esencia para la concepción de la felicidad aristotélica.
La idea de que Dios no interviene en el mundo ni lo ha creado supone que la felicidad que predica de Dios es de una jerarquía superior a la del mundo sublunar (donde existe corrupción y la felicidad no puede ser eterna en los sujetos que la perciben).

Hemos comentado que la teoría de la felicidad en Aristóteles sería descendente, sin embargo no se hablaría aquí de descendencia en el sentido de derivación: de procesión de lo más alto a lo mas bajo. La procesión es lo contrario a la evolución, es el surgimiento de lo inferior a partir de lo superior. ¿Por qué llamar entonces descendente a esta teoría?
Sería descendente en cuanto al sentido de la jerarquía, ya que podría decirse que la idea de felicidad ordo cognoscendi procede de la experiencia de la felicidad humana. No habría pues descendencia sino relación de jerarquía, lo que sería suficiente para hablar de un orden descendente.

Esto podría dar cuenta de la complicada relación entre la teoría de la felicidad de Aristóteles expuesta en la Ética a Nicómaco y de la felicidad en la Metafísica.
Hay que señalar en este sentido que Aristóteles esta efectivamente considerado como una especie de biólogo o médico, un hombre interesado en el estudio de la vida de los hombres y animales, de mentalidad empirista (por contra a la mentalidad matemática y deductivista de Platón).
Distinciones al fin y al cabo inservibles, pero que marcan las coordenadas más convencionales en las que se enmarca a estos filósofos.

En verdad el empirismo de Aristóteles en la Ética a Nicómaco sería solo aparente.
En esta obra Aristóteles comienza hablando de la felicidad en el mismo sentido que en un principio podría hacerlo un empirista, es decir, observando a qué llamamos felicidad: las formas de felicidad en las diferentes sociedades y hombres, que entienden los distintos sabios por felicidad etc.
Sin embargo esta labor que se desarrolla sería más bien de catarsis, de desbroce. Aquello que se entiende comúnmente por felicidad Aristóteles lo va exponiendo hasta demostrar y negar que eso sea la verdadera felicidad. Es un ejercicio de empirismo crítico; segregando aquello que expone como contenidos empíricos (lo que la gente cree que es la felicidad) señala que allí ni se halla la autentica felicidad ni la esencia de esta.

Uno de los casos analizados sería la felicidad como poder; expuesto a través del relato narrado por Heródoto del encuentro entre Solón y el rey Creso de Lidia. En esta historia, el rey le pregunta a Solón quién es el hombre más feliz, a lo que el sabio responde que hay que esperara hasta el final de la vida para saber si se ha sido feliz o no. Creso, al final de su vida y tras vivir varios incidentes que le hicieron profundamente infeliz, recuerda la respuesta de Solón.
Mediante este relato, Aristóteles señala que la felicidad ha de ser algo permanente y no efímero, ya que por ser contingente ningún bien efímero puede dar la felicidad.

Tras repasar y analizar los diferentes conceptos de la felicidad, termina Aristóteles mostrando que la felicidad no puede cifrarse en esos términos. Ya que sería muy variable y no existiría ningún consenso o acuerdo común sobre lo que sería la felicidad, así como ningún criterio para decir que es o no la felicidad.

Se podría decir entonces que Aristóteles escribió la Ética a Nicómaco desde unas categorías que tienen mucho que ver con su ontología teológica. Terminando así por tener una importancia decisiva el determinar si la felicidad de Dios es eterna.

Aquí entraría la confrontación de Aristóteles al modelo de la felicidad de Eudosio, quien sostenía que la felicidad (ahondando en el empirismo) tenía mucho que ver con el placer, y concluyendo por tanto que los animales también podían ser felices. Según él existirían distintos grados de felicidad o de placer en los animales, así como en los humanos.
Aristóteles impugna este modelo estableciendo una división muy profunda entre hombres y animales, fundada principalmente en el hecho de que el hombre es un animal definido por la razón y el entendimiento - una facultad superior no alcanzable a los animales.
Tratar entonces de encontrar en las diferentes opiniones sobre la felicidad un común denominador sería absurdo, ya que lo común que pueden tener los hombres es precisamente aquello que tienen de animales (aquello que define al género hombre como animal racional).
Efectivamente en el género animal esta la sensibilidad, las cosas sensibles, y ahí nos pareceríamos a los animales. Hasta el punto, dice Aristóteles, que incluso el sabio tiene en cuenta el placer sin negarlo (a la manera de rigorismo estoico o kantiano). El sabio puede incluso participar en el placer de los esclavos, de la gente inferior, por ser también animal. Sin embargo, aunque se de una cierta analogía, eso no sería la felicidad.
Encuentra Aristóteles que la auténtica felicidad humana, aquella por la que se interesa la ética, es la que deriva del entendimiento humano, del conocimiento.

Se plantea entonces la cuestión de si la felicidad sería una sustancia, una cantidad o una relación. Y se establece que no sería ninguna de las anteriores: la felicidad consiste en la acción, y la acción máxima es el conocimiento.

Estas ideas tendrán mucha más fuerza desde el punto de vista sociológico, ya que puede entreverse en Aristóteles la expresión de una ideología aristocrática. Una conciencia de jerarquía entre los hombres según la cual hay hombres que son esclavos por naturaleza, mientras que otros son libres. La felicidad no sería una cuestión de todos los hombres, sino solo de aquellos que auténticamente desarrollan el ser humano - entendido por Aristóteles como conocimiento.

La felicidad sería entonces una característica del hombre aristocrático e incluso elitista.
Y esto es lo que podría coordinar la idea de felicidad humana y la idea de felicidad teológica, la felicidad de Dios.

Aristóteles, cuando establece en el libro VIII de la Física la existencia del primer motor inmóvil, se cuestiona qué es este primer motor y cómo podemos representarlo.
Su respuesta es que este sería un espíritu viviente (ya que si no fuera viviente no sería posible pensar en él) que se parece o análoga al pensamiento humano. Y por esta analogía se puede inferir que su actividad, que es Acto Puro, consistiría en algo similar al pensamiento. No ya un pensamiento sobre cosas que haya fuera de él, ya que esto implicaría degradarse, sino uno en el que el objeto de su pensamiento fuera su propio pensamiento (el famoso "Dios es el pensamiento del pensamiento"). 

En este pensamiento del pensamiento es dónde Aristóteles establece que yace la máxima felicidad, la plenitud de la vida, la vida espiritual más alta y la vida feliz. Siendo entonces esta vida feliz la contemplación.
Dios lo que estaría sería contemplándose a si mismo eternamente y en esa autocontemplación eterna e inmutable consistiría la felicidad. Para Aristóteles por tanto la teología sería una forma de contemplación solo alcanzable en la vida eterna por el sabio.

Aún así el sabio no puede desprenderse del cuerpo y por tanto la felicidad humana es siempre una forma de contemplación analógica y limitada, por ser imposible que el sabio se desprenda de la vida ordinaria como animal (de los dolores, las desgracias y contingencias). Es por tanto muy difícil que alguien que posea los mínimos necesarios para poder llevar una vida mínima desde el punto social o biológico pueda ser feliz.
La felicidad es una cuestión de contemplación a la que muy pocos hombres pueden aspirar, y por lo tanto muy pocos hombres pueden llamarse felices. No es pues una cuestión que pueda predicarse a los hombres, ya que la felicidad no puede separarse de sus contenidos.

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